jueves, 28 de agosto de 2008

Gerardo Escalante



Estractosílabos. de superhéroes y poetas (fragmento) *
I

Nombro el peso geométrico de las alas de quien no puede dormir
Extiendo sobre el restirador de la incomodidad los planos de la casa
de la palabra.
Extraigo de los cajones de lo eléctrico y la verticalidad de la existencia
su insistencia comunicativa.

El cubo de un microsegundo.
La enredadera de cobre de la tarde
El magnesio permitido de la lluvia.

El vals de un alba triste de títeres inicia o termina
y olvidamos el insulto de las
14
con
30

al colgar un calendario.
Artefactos perfectos para la observación de especies no endémicas
de la habitación andador estacionamiento
escaleras
aire estático.

Jardines que soportan con su grado cero
el manto forzoso
de la noche.
Sin embargo de la luz liviana que derraman las alcantarillas
del desprotegido reino onírico.

La frialdad de una ventana que mantiene cautivos espías sin licoreras.
La tienda de vinos y abarrotes con horario nocturno:
el dueño hace anotaciones de quienes acuden al servicio
que inicia después de las 23 horas sin compartir el secreto
y quisiera impedirles la salida,
pero un invernadero de grillos pudre los relojes.

Van Morrison instala breves veleros que parten contra el cierzo eterno
del sueño sublevado:
en ocho manos pauta todas las historias que en una sola mesa se dicen
de él.

Cronotopos adheridos a la quilla del día supuran las pesadillas en los últimos viajeros:
el ontogénico pentasílabo:
estrella en alto



Bajo nuestros cuerpos
sociedades cósmicas que promueven nuevas leyes
de gravitación.

Los ojos de la prisa de la mascota que se olvida.
Carteles de prohibición en los parques de la luna.
Los ojos de la mascota de la prisa mecen en su blandura
pixelar
el consenso unánime de la basura radiactiva:
mitologías modernas que estrangulan
con su sórdida cristalería edicular.

Leyendas que muerden sauras sagrados
precipitan la trasparencia de las piedras
del alba:
la confusión oportuna para que el último ciervo
de las apasteladas reservas ecológicas de Erie o Hurón
rehabite el agua.


Nuestros hijos se comen el mapa de un país
hecho de foami finamente ilustrado por monografías.

La maldición de los uniformes amarillos de los estudiantes de Roma que ondean
desde el balcón saludando al homo arânae.
La lengua mundana de Ferlinghetti.
Los bolsillos distendidos de Rod Stewart.
No sabemos si los tipos duros sólo fuman bhang y hachis,
pero aletean la planta del pie durante una pasarela
de meseras.

El gigantesco nido de la Bestia
vitoreado por un cielo oculado
de 444 satélites
que nombra el peso geométrico de las alas.

1 comentario:

El ojo dijo...

Ay no mames, con tu pinche poesía, chafa, chafa. Penoso realmente que se escriban poemas así, refugiados en un movimiento. Poco futuro le veo a este movimiento.

Suerte